Su valor se funda básicamente en el
propósito de lograr un cambio favorable que beneficie a cada una de las
personas involucradas en determinadas circunstancias, en sentido de
colaboración y respeto fundamentalmente. Sin embargo, hay que tener en cuenta
que a veces corremos el riesgo de sujetarnos a este único punto de vista, sin
tener presente cuales son verdaderamente las necesidades de los demás.
Es por ello, que esta actitud de
criticar constructivamente desarrolla valores muy importantes como lo son la
lealtad, honestidad, sencillez, respeto y la amistad. Siempre debemos dejarle
en claro al receptor de que nuestra intencionalidad es criticar para construir
y de esa manera cambiar y mejorar nuestra forma de vida. Todo ello evitará
malos entendidos y una mejor predisposición del sujeto a recibirlo.
Por lo general, nos ocurre que
manifestamos inconformidad casi de todo, lo que tiende a realizar una crítica
en forma de oposición y rechazo a todo aquello que nos disgusta; es decir
hablamos sin fundamentos como simples autoridades competentes. Y por lo tanto
son pocas las veces que realizamos un juicio objetivo y valiente sobre nuestro
comportamiento y modo de pensar.
Las críticas que realizamos son
porque no nos gusta la forma en la que se trabaja en el ámbito diario en el que
nos encontramos, calificamos negativamente a nuestros colegas, señalando sus
defectos, costumbres y hábitos de nuestros conocidos y amigos, nos enfurecemos
cuando en casa las cosas no se hacen a nuestro antojo. Sin embargo, todas ellas
son críticas duras y severas hacia personas que conocemos y lugares al que
concurrirnos. La cuestión sería preguntarnos si todas estas opiniones negativas
son favorables o constructivas en algo.
No debemos olvidarnos que las
actitudes honestas, leales y sencillas; determinan que nuestras críticas
adquieran valor. Si hay determinadas cosas que nos incomodan, la acción más
acertada es acercarnos a los interesados y expresarles abiertamente nuestro
punto de vista, logrando que ellos dispongan de su escucha y obtengamos un
resultado provechoso para todos.
Ser autocríticos, es evaluar con
sencillez y valentía nuestro modo de ser, para concretar finalmente los
propósitos que nos ejerciten el verdadero valor de la crítica constructiva. Por
ejemplo; escuchar y preguntar a las personas tratando de evaluar cada situación
que se presenta, para obtener los elementos que formaran un juicio correcto y
acertado para la misma.
Además, debemos tener en cuenta que
para ayudar a los demás debemos examinarnos a nosotros mismos, y no criticar
por el solo hecho sin saber si no poseemos o hacemos los mismos errores.
Descubre siempre todo lo bueno de
las personas y de las cosas. Medita tus intenciones y sentimientos antes de
pronunciar algo que no tenga vuelta atrás, remitiéndote a los hechos y no a
simples suposiciones. Y lo más importante es que para mejorar tu mismo, debes
aceptar con madurez todo tipo de críticas y comentarios que hacen a tu persona.
En conclusión, la reflexión es el
camino que debe adoptarse para formular de manera responsable cualquier tipo de
crítica. El respeto que debemos a las personas se manifiesta procurando su
mejora individual. Finalmente, ello nos llevará a actuar con justicia,
convirtiéndose en una actitud de servicio e interés hacia nuestros pares.
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